Introducción:
José
Gómez Isla y Carlos Canal.
Textos: Rosa S. Ramiro
Fotografías: Carlos Canal y Rosa S. Ramiro
Tamaño:
18 X 16 cm.
Páginas: 192
Imágenes: 101
Impresión: cuatricromía
Idiomas: español
Precio: 24 euros
ISBN: 84-89356-39-4
Fecha de edición: 2004
Situación: disponible
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el libro
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Hace
algún tiempo tuve la fortuna de caer gravemente enferma. El tesoro
de conocimientos y experiencia vital que me ha reportado esa vivencia
bien vale sus riesgos. Lo siento tal cual. Para haber llegado a este
claro convencimiento ha sido determinante en mi opinión el modo en
que viví la experiencia de enfermedad. No sé si lo que nos acontece
sucede por una mera concatenación de azares o si bien media una necesidad
que justifica todo lo que ocurre. Si sé que a partir de aquel día
en que se paró el tiempo medido, todo ha sucedido como si no pudiera
ser de otro modo.
Todo comenzó cuando, recién estrenada en mi condición de paciente
hospitalaria, apareció en mi habitación un tipo de aspecto peculiar.
Tras presentarse como mi médico y comunicarme que se me iba a aplicar
determinado protocolo de tratamiento quimioterápico, utilizó pocas
palabras para hacerme saber que me hallaba al otro lado del espejo.
No he aclarado que aquel tipo –que obviamente era Carlos- no venía
solo. Le acompañaba, colgada de su cuello y reposando sobre la bata,
una cámara fotográfica, un cíclope dispuesto a hacer de notario del
reto que se me planteaba. La idea era reflejar mis sensaciones a través
de fotografías a lo largo de mi estancia allí; también fotografiaríamos
cada vez mi rostro, como un modo de no olvidar mi identidad a pesar
de los cambios físicos que pudiera experimentar mi aspecto durante
el proceso. Así comenzó todo, casi como un juego. Uno de cada dos
días, buscaba en el reducido entorno una imagen que simbolizara lo
que ocurría dentro de mí. Sin haber visto el resultado impreso, la
imagen quedaba negativizada en mi mente, para acabar revelándose en
forma de líneas escritas que escapaban de mis dedos como si el suceso
de apretar el botón de la cámara hubiera puesto en marcha un mecanismo
imparable.
Carlos puso en mis manos una forma de mirar para mí nueva –la fotografía-
y esta, de forma casi instintiva, se alió con mi otra voz: la palabra
escrita, brindando al revoltijo de pensamientos, miedos e inquietudes
que bullía dentro de mí un "canal" (¿otra casualidad?) para fluir.
El resultado está en sus manos y en las frases que dan inicio a este
texto.
Rosa Sánchez Ramiro
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